Palabras bonitas…

¡Gracias! ¡Sí, lo intentamos! ¡Cuenta conmigo! ¡Vamos a lograrlo!

Las palabras positivas no solo son agradables para escuchar, cuando las utilizamos vamos construyendo un lenguaje positivo que genera buenas emociones en los demás.

El estar en un entorno positivo nos hace más curiosos, nos predispone a probar nuevas actividades y a desarrollar nuevas habilidades.

Son palabras y frases que nos animan, nos motivan, nos empujan a conseguir lo que pretendemos, buscando diferentes estrategias.

No es lo mismo escuchar un¨ tu puedes intentarlo¨ que un ¨tú no vales para esto¨.

Nuestra actitud cambia y nuestra decisión de continuar por un camino o por otro, dependerá en muchas ocasiones de lo que sentimos.

Seguramente hemos conocido a personas ¨positivas¨ y a otras ¨negativas¨, el lenguaje que cada una utiliza se compone de palabras y frases que expresan positividad o negatividad, generando un efecto en los demás de bienestar o malestar.

Está estudiado que el tipo de lenguaje que utilizamos influye directamente en nuestra calidad de vida.

Utilizar un lenguaje positivo nos aporta energía, creatividad, nos abre puertas.

En cambio, el lenguaje negativo nos provoca dolor, nos paraliza, nos hace sentir mal.

¨No lo voy a hacer¨, ¨no tienes ni idea¨, ¨me decepcionas¨, ¨no vales para esto¨, ¨así no se hace¨.

Si percibimos emociones negativas, es posible que todo nos parezca más difícil de lograr y sintamos temor de intentar conseguir lo que deseamos.

¿Cómo les hablamos a nuestros hijos? ¿Qué tipo de lenguaje utilizamos a diario?

Es importante pensar qué palabras utilizamos para hablar con nuestros hijos, con nuestros alumnos, con nuestros compañeros de trabajo y así poder comprender qué efecto les provoca y entender su actitud.

Quizás el pararnos a pensar algo que nos sale tan espontáneamente y forma parte de nuestra forma de ser, nos ayude a comprender que con el lenguaje podemos provocar el efecto que deseamos y entender por qué a veces no nos ha funcionado como esperábamos.

¿Qué palabras integran el lenguaje con el que nos comunicamos cada día?, ésta es la pregunta que nos debemos hacer.

La coherencia entre lo que decimos, sentimos y lo que hacemos es lo que transmitimos.

El mensaje que transmitimos con nuestras palabras les llega a nuestros niños y de acuerdo a lo que perciban, los ayudará a construir, a tener curiosidad, a querer aprender, a seguir esforzándose y por supuesto a imitar también nuestra forma de expresarnos que formará parte de su personalidad o todo lo contrario.

Os propongo que elijamos las palabras y construyamos nuestro lenguaje tomando conciencia de nuestras emociones y las que transmitimos.

Usemos el lenguaje para lograr nuestros objetivos.

¡Vale la pena rodearnos de palabras bonitas, nos hará sentir mejor!