¡Cuidado con lo que decimos!

¨No te enfades por esa tontería¨ .¨No seas bobo y pregunta cuando no entiendas¨. ¨Eres una tonta por pensar eso¨.

Debemos saber que todo lo que les decimos a nuestros hijos les influye.

Hay frases que estamos acostumbrados a usar y creemos que no les afectará, estamos habituados a ellas aunque contengan palabras ofensivas.

La importancia de cuidar el vocabulario que utilizamos es esencial para que quien lo reciba se sientan bien con lo que le decimos.

Utilizar frases con palabras y verbos que tienen un significado negativo provoca incomodidad a pesar de que nuestra intención sea todo lo contrario.

Afirmar  que los niños  son de una determinada manera por su forma de actuar, aunque  sepamos que no se lo decimos para transmitirles negatividad, les produce malestar, en definitiva los estamos juzgando.

Es verdad que queremos que nuestros hijos reaccionen frente a situaciones cotidianas  y en ocasiones no sabemos cómo abordarlas.

Sin pensar les decimos lo que nos sale en ese momento, pero tenemos que cuidar la manera en que  expresamos las cosas.

Los niños y adolescentes reciben el lenguaje tal cual se lo decimos. Sus cabecitas no están pensando en …ah mi madre me ha querido decir….

Y nada más lejos de la realidad, querer que se sientan tontos por no haber sabido actuar en una determinada situación, entonces no debemos decirlo así.

Hay formas diferentes de hablar con nuestros hijos para que no haya malas interpretaciones.

Ten en cuenta:

  • Utiliza palabras con un significado agradable.
  • Piensa antes de hacerle un comentario.
  • No utilices adjetivos ofensivos.
  • Ayúdalo a cambiar la conducta con un mensaje alentador.
  • Transmítele confianza con las palabras y la forma de hablar.
  • No utilices el doble sentido ni la ironía.
  • Hay frases cargadas  de enfado que les producen un gran bloqueo, cámbialas.

 

¡Busquemos otra manera de decir las cosas!

Si te das cuenta que estas utilizando ciertas palabras que pueden herir a tu hijo, cámbialas.

¨No comparto lo que piensas por diferentes motivos¨.

¨Yo creo que la mejor manera de entenderlo es que le preguntes tus dudas a la profesora¨.

¨Es cierto que puedes sentirte perdido, pide ayuda¨.

¨Te entiendo perfectamente yo también me sentiría como tú, pensemos cómo podrías sentirte mejor¨.

Cuando hablamos con los niños o adolescentes las palabras que utilizamos les causan  una emoción, igual que nos sucede a los adultos.

Seguramente, alguna vez te has sentido molesto por interpretar ciertas palabras que te ha dicho algún amigo, sin mala intención, pero sus palabras o su forma de decírtelo no te han sentado bien.

Con nuestros hijos ocurre lo mismo. Debemos cuidar las palabras y la forma en que les decimos las cosas.

Si queremos movilizarlos para que cambien su forma de actuar no hace falta utilizar palabras hirientes.

  • Háblale de una manera empática, con cariño.
  • No lo juzgues por cómo ha hecho las cosas.
  • Sugiérele una manera diferente de actuar para cuando le vuelva a suceder.
  • Escúchalo y luego dale tu opinión.
  • No hables sin pensar las palabras que vas a utilizar.
  • Cuida tu lenguaje al igual que cuidas tu conducta frente a ellos.

 

La forma en que hablamos y el vocabulario que utilizamos es la que adquirimos desde que éramos pequeños, por eso es bastante difícil detectar el malestar que puede generar. Es la forma de hablar que utilizamos toda la vida y estamos acostumbrados a expresarnos así.

Es cuando observamos un reacción no esperada por lo que hemos dicho, que nos empezamos a dar cuenta que esa forma de hablar no nos funciona.

Nunca es tarde para modificarla, sabiendo el malestar que puede provocar.

Ten la certeza que desde el momento en que te paras a pensar cómo lo estás diciendo  estas mejorando la comunicación con tus hijos.

¡No descuides el lenguaje que utilizas, las palabras también hieren!