¡La comunicación comienza por nosotros!

¡Deja de jugar con el móvil! ¡Apaga la tele! ¡Guarda la tablet! ¡Baja el volumen y escúchame!

 

Vivimos rodeados de pantallas, móviles, tabletas, televisores, ordenadores…

Todos forman parte de nuestra rutina diaria, y aunque son herramientas maravillosas, muchas veces se interponen en lo más importante: la comunicación real con nuestros hijos.

Como logopeda, veo cada día la importancia que tiene la comunicación en el desarrollo del lenguaje, la autoestima y las habilidades sociales de los niños.

Es importante saber, que para que nuestros hijos aprendan a comunicarse de forma sana, necesitan primero un modelo, y ese modelo somos nosotros.

Los niños aprenden observando…

No sirve de mucho decir ¨deja de jugar con el móvil¨ si al mismo tiempo, nosotros estamos mirando el nuestro.

Los niños no solo escuchan lo que les decimos, observan lo que hacemos.

Si nos ven con el teléfono en la mesa durante la cena, o nos ven responder mensajes mientras ellos nos están contando algo, aprenderán que las pantallas pueden interrumpir una conversación.

Sin embargo, si nos ven presentes, mirándolos a los ojos, escuchando con atención, sentirán que la comunicación es importante.

Momentos sin pantallas…

Podemos empezar con algo tan simple como ¨zonas o momentos libres de pantallas ¨en casa, por ejemplo:

  • Durante la comida
  • En los trayectos en coche o camino al colegio.
  • Un rato antes de irnos a dormir.

Te aseguro que estos espacios se convertirán en momentos de conexión real, donde surgirán las conversaciones espontáneas, las risas y las confidencias.

Serán momentos en los que los niños expresarán sus emociones, se animarán a contar lo que sienten y también nos escucharán.

El poder de la comunicación consciente…

Comunicar no es solo hablar, es mirar, escuchar, empatizar. Para que todo esto surja debemos dejar el móvil a un lado y mostrar con nuestra atención que lo que nuestros hijos nos dicen nos importa.

Cuando los niños se sienten escuchados se sienten seguros y aprenden a comunicarse mejor.

Empecemos por nosotros, los adultos…

Verás cómo será más sencillo que los niños aprendan sin que tengamos que decirles nada.

Porque el mejor aprendizaje no viene de lo que les decimos, sino de lo que mostramos cada día.

Podemos aprovechar los momentos sin pantallas para contar anécdotas, jugar, leer juntos o simplemente conversar.

Y si hace tiempo que lo estás intentando y no lo has conseguido…

Cambia el foco, céntrate en lo que tú como padre quieres fomentar con tu familia, la comunicación, la escucha, el vínculo.

Cinco minutos de atención completa valen más que una hora a medias, con la mirada dividida entre la pantalla y ellos.

Comunicarnos es estar disponibles, dejar espacio para que el otro se exprese sin interrupciones, sin juicios y sobre todo, sin pantallas de por medio.

Y recuerda que las habilidades comunicativas no solo se aprenden hablando, sino que también se desarrollan escuchando activamente.