¿Por qué gritan?

¿Qué debemos cambiar? ¿Cómo conseguirlo?

Si observas a tu hijo:

  1. Con la voz más agravada.
  2. Tira el cuello hacia adelante para que le salga la voz.
  3. Grita cuando se pone nervioso.
  4. Contiene la rabia cuando se enfada.
  5. Lo notas muy cansado durante el día.

Si hace tiempo que vas observando estos cambios vocales y ya no recuerdas cómo es su voz verdadera, lo primero que debes hacer es ir al médico para que observe sus cuerdas vocales.

Es muy probable que las cuerdas vocales estén inflamadas, más anchas y en ocasiones se observen nódulos vocales, lo que indica que hay un mal uso de la voz que tenemos que corregir.

Para modificar una conducta debemos comprender lo que estamos haciendo mal.

La forma en la que hablamos es una conducta. Cómo hablamos, si elevamos el tono de voz, si no nos sale la voz cuando queremos contar algo son características que nos muestran cómo nos relacionamos con los demás y si algo no nos gusta podemos cambiarlo.

Para ello es indispensable que los adultos ayudemos a nuestros hijos en este proceso.

Debemos comprender que nos expresamos con nuestra voz y con nuestras palabras, la voz acompaña a nuestros sentimientos.

Es difícil imaginar a un niño frustrado diciéndote que no ha valido cuando ha perdido en un juego y que lo diga con una voz relajada, porque la voz acompaña a nuestras emociones.

Cuando un niño o un adolescente grita nos genera una emoción desagradable, sabemos que algo no va bien.

Esto nos demuestra que la forma de hablar es un tipo de conducta, y si no nos parece adecuada la debemos modificar, pero cómo.

Debemos enseñarles a los niños a expresar sus emociones negativas. Las transmiten con gritos de frustración y llanto.

  • Empatiza con lo que le está pasando a tu hijo.
  • Dale la importancia a sus sentimientos, aunque creas que son insignificantes para ti.
  • No reacciones con nerviosismo como tu hijo y no intentes elevar tu tono de voz.
  • Comprende su enfado y verbaliza lo que está sintiendo, lo estarás ayudando a expresar sus emociones.

Todos estos aspectos influyen directamente sobre la voz de nuestros hijos.

Ya hablamos sobre cómo ayudarlos a expresarse, ahora toca poner el foco en nosotros, los padres.

Nuestros hijos nos imitan. Si gritamos ellos gritarán.

Si al verlos gritar no sabemos cómo detener esa conducta porque nos genera rabia y frustración y detenemos su conducta con un grito de basta ya, no estaremos enseñándoles a gestionar sus emociones. Aprenderán a gritar más fuerte cuando sientan frustración.

  • Detén los gritos en casa.
  • Pregúntale a tu hijo cómo se siente frente a una situación determinada.
  • Inicia una comunicación con un tono adecuado, aunque te sientas nervioso.
  • Dile que lo comprendes y dale tu punto de vista.
  • Mantén las normas establecidas, aunque tu hijo quiera otra cosa, explícale por qué has tomado esa determinación que le generó frustración.

Así poco a poco irás creando un clima de armonía en casa sin olvidar las normas y los límites.

Conseguir que los niños dejen de hablar a gritos se logra con paciencia y constancia, modificando conductas y como siempre, partiendo de nuestra propia conducta como adultos.

No esperes a que tu hijo esté sin voz para modificar la comunicación familiar.

Comienza cuanto antes y pregúntate:

  • ¿Cómo gestionas tus frustraciones? ¿Cómo hablas en el momento que sientes emociones negativas? ¿Cuál es tu actitud con quienes te rodean cuando estás enfadado?

Tus respuestas te harán comprender mejor a tus hijos y te harán cambiar lo que quieres que ellos cambien.