¡Enséñame a perder!

Enfado, frustración, sufrimiento, lloros… ¿os resulta familiar?

¡No quiero jugar! ¡No me presentaré al recuperatorio!

Cuántos niños frente a la propuesta de juego prefieren estar solos por no soportar la idea de no ganar, o dejar de hacer un deporte por no haber sido reconocidos como ellos esperaban, o no querer presentarse a un examen por el temor a no aprobarlo.

Es muy habitual que cuando los niños son pequeños quieran ganar siempre, es una sensación muy positiva para ellos y desean repetirla.

Pero la dificultad se presenta cuando esta conducta de querer ser los mejores en todas las actividades que realizan no les permite disfrutar de lo que hacen por temor a perder y a no conseguir lo que se han propuesto.

Ser competitivos no está mal, ponerse metas y querer hacer las cosas bien es fantástico, pero en muchas ocasiones, la no tolerancia a la frustración en niños y adolescentes los hace evitar actividades por no saber gestionar lo que sienten.

¡Qué importante es saber perder!

En el colegio, en un deporte, en competiciones, en sus estudios.

Aceptar que no han conseguido el resultado que deseaban a pesar de haberse esforzado es muy difícil y lo tienen que aprender.

Me encuentro cada día con niños y adolescentes que no toleran perder, no tienen tolerancia a la frustración y les genera mucho malestar.

¨Lo pasa muy mal si pierde, la verdad es que en casa lo dejamos ganar¨.

La frustración es desagradable, es una emoción que aparece cuando nos damos cuenta que no podemos conseguir algo que es importante para nosotros, a pesar de nuestros esfuerzos, de nuestra actitud y del tiempo que hemos invertido.

Pero la única manera de aprender a manejarse en esta incomodidad es pasar por ella e intentarlo las veces que sea necesario  buscando nuevas estrategias.

Por otra parte, si en casa siempre ganan y con los amigos no, se sentirán más desorientados.

Todos hemos sentido frustración y la seguiremos sintiendo a lo largo de nuestra vida. En nuestros trabajos, en nuestros proyectos, en nuestro día a día, es una emoción incómoda que debemos aprender a gestionar y cuanto antes mejor.

Perder es poder sostener y afrontar el malestar por un tiempo corto.

Para que los niños lo aprendan tenemos que brindarles herramientas que los ayuden a experimentarlo.

¿Cómo podemos ayudarlos?

  • No hagamos hincapié en que ganar es lo más importante.
  • Debemos disfrutar y aprender de lo que estamos haciendo.
  • Valoremos el esfuerzo, aunque el resultado no sea el deseado.
  • Expresemos lo que sentimos cuando algo no nos sale como lo planificamos.
  • Reconozcamos los errores para modificarlos.
  • No evitemos situaciones que nos pueden llegar a frustrar, nunca se convertirán en un aprendizaje.
  • Anima a tus hijos con mensajes alentadores, sin presionarlos.
  • Demos el ejemplo como padres.

Recuerda que somos el modelo de referencia para nuestros hijos. ¿Cómo expresas tu frustración cuando algo no te sale como lo esperabas?