Cuando sobran las palabras…

Un sábado más acompaño a mis hijos al partido de fútbol del fin de semana.

Ni siquiera después de tantos años de observar lo mismo, dejo de sorprenderme de cómo comunicamos las emociones los adultos, desde las gradas y desde el banquillo.

¿Por qué en el ámbito deportivo muchos de los adultos no pueden controlar lo que le transmiten a los niños?

¿Sabemos los padres lo que transmitimos a nuestros hijos con nuestros actos?

¿Saben los entrenadores, que son en ese momento, el ejemplo a seguir de los chicos a los que entrenan?

Considero que el deporte es una de las actividades más necesarias en el desarrollo del crecimiento de los niños.

Aprenden a través de una actividad muy divertida  a relacionarse con los demás, a conseguir logros grupales, a aceptar una derrota, a saber qué lugar ocupa cada uno dentro del grupo, a valorar su propio esfuerzo y el de todos los demás, a entender que todos son necesarios para tener éxito, a asumir responsabilidades.

Son un cúmulo de emociones que los niños van sintiendo  y con la práctica, van a ir aprendiendo a gestionar.

No cabe duda que somos los adultos, quienes los vamos acompañando y encaminando a manejar correctamente sus propias sensaciones.

Hace muy pocos días, sorprendía la noticia en el Diario Marca, sobre los buenos valores que les transmitía un árbitro a los niños antes de jugar un partido de futbol. Hacía hincapié solo en el juego limpio, en las buenas sensaciones, en el disfrutar y el cuidarse y cuidar a los demás. Les recordaba que estaban jugando y no valía todo, solo por ganar.

Realmente me pregunté ¿es para que sea noticia?, ¿no es lo que se les transmite a los niños desde que comienzan a hacer deporte?

Es muy importante entender que no solo comunicamos cuando hablamos, también comunicamos con nuestros gestos, y educamos con nuestra forma de actuar.

Aún me animaría a decir, que les transmitimos más a nuestros niños con los actos que con las palabras.

Qué contradictorio es para ellos, escuchar una charla de media hora sobre el respeto, los valores y la buena conducta, cuando en medio de la actividad todo ello salta por los aires con un comportamiento absolutamente opuesto, rozando lo vergonzoso.

Mientras hacemos deporte o jugamos con los niños, ellos aprenden de nuestros actos, que nos salen con espontaneidad.  Es un buen momento para que aprendan  a perder, a ganar, a aceptar la equivocación de algún mal veredicto, a respetar a los demás.

Considero que los padres, entrenadores, profesores, debemos ser los mejores comunicadores de los niños, transmitiendo valores, especialmente con  nuestra forma de actuar.

Comunicar es educar, es transmitir y no solo comunicamos con las palabras.

En muchas ocasiones cobran más importancia nuestras actitudes y nuestros gestos.

De nada vale un sermón cuando no coincide con nuestras acciones, el mensaje  es contradictorio y los confunde.

Yo propongo que revisemos nuestra forma de actuar delante  de los niños.

Debemos recordar que somos un referente para ellos, nos observan y nos imitan.

Si cambiamos aquellas actitudes que no les aportan los valores que queremos que aprendan, nos sentiremos más satisfechos con la educación que les estamos dando.

¡Sí, hay momentos que las palabras sobran!