¿Cómo te hablas?

¡Me salió fatal! ¡Así no podré hacerlo! ¡Soy un desastre!

¿Qué frases utilizas cuando algo no te sale como esperas? ¿Qué palabras te repites cuando te sientes frustrado?

Qué interesante es darnos cuenta que estamos preocupados por cómo se hablan nuestros hijos y no nos hemos parado a pensar cómo nos hablamos a nosotros mismos.

La forma en la que nos hablamos nos indica cómo nos consideramos, es el aprecio que nos tenemos, nuestra autoestima.

¿Qué me estoy diciendo en cada situación? Y ¿Qué emoción me genera?

A nuestros hijos les pasa lo mismo, se dicen cosas. Tienen un lenguaje interior que les hace sentir diferentes emociones según lo que estén pensando.

¿Sabes qué se dicen tus hijos cuando algo no ha ido como esperaban, si han desaprobado un examen, si se han peleado con algún amigo, si no les ha tocado con el profesor que querían?

Esas frases que utilizan y en ocasiones nos comparten son las que nos preocupan por verlos abatidos, con falta de motivación y una baja autoestima.

¿Cómo debemos enseñarles a nuestros hijos a usar las palabras que los motiven?

Os propongo que cambiemos el foco cuando nos preocupe cómo se está hablando nuestro hijo y nos observemos y descubramos qué nos decimos nosotros, los padres en distintas situaciones.

Es indagar y profundizar para darnos cuenta que en muchas ocasiones no nos tratamos como deberíamos.

Las constantes quejas de lo que nos sucede a diario determina nuestros actitud, nuestro estado de ánimo y nuestros actos que por supuesto se los transmitimos a nuestros hijos sin darnos cuenta.

La importancia de usar palabras que nos animen, que nos motiven, nos ayudará a lograr mejores resultados, a ser más resolutivos y a sentirnos mejor a pesar de no haber conseguido lo que queríamos.

Y esta es la actitud que les transmitiremos, seguiremos para adelante con una actitud positiva, con ánimo para resolver, dándonos otra oportunidad.

Las palabras que nos decimos juzgándonos nos bloquean.

Los pensamientos negativos nos llevan a fracasar antes de haber empezado.

Por eso hablar con nuestros hijos utilizando expresiones motivadoras, buscando la parte positiva y la enseñanza de alguna experiencia con resultados que no esperábamos, los ayudará también a ellos a aceptar la situación, a sobreponerse y a volver a intentarlo.

Deberás lograr tú primero un buen diálogo interno para poder transmitirles a tus hijos una correcta manera de hablarse y respetarse.

Tener pensamientos positivos no es negar las cosas que nos suceden, los problemas, lo que nos parece injusto.  Es poner la atención en las soluciones, no en la crítica sino en la manera de ayudarnos para conseguir lo que queremos.

Hablarte bien a ti y a tus hijos genera confianza independientemente del resultado.

Utilizar las palabras adecuadas nos hace sentir mejor.

Una frase alentadora nos genera emociones positivas.

Nuestra voz interior nos tiene que ayudar y apoyarnos.

¡Aprende a tratarte bien con las palabras!