¡Deja de repetir!

¡Cuántas veces te he dicho que la cena está lista! ¡Dame el móvil! ¡Apaga la tele de una vez! ¡Hace media hora que me dijiste que ordenarías tu cuarto!

¿Cuántas veces tienes que repetirle a tu hijo lo que tiene que hacer?

Para poder entendernos con nuestros hijos debemos tener en cuenta qué dinámica de comunicación estamos teniendo con ellos.

Observar cómo les estamos pidiendo las cosas, cómo nos responden y la forma en que nos estamos comunicando, es la clave para cambiar aquello que no nos está funcionando.

Hacer caso a la primera, es bastante complicado, también para los adultos.

Son muchas las ocasiones en las que nos tienen que repetir cosas a nosotros, piensa cuántas veces te repiten que saques la basura o que recojas algo que está molestando o cuando debemos mantener los móviles en silencio en un sitio determinado.

Yo considero que en lugar de poner el foco en que los niños hagan lo que nosotros les pedimos, pongamos el foco en cómo nos estamos comunicando con ellos.

De qué nos vale repetir y repetir si finalmente nos vemos inmersos en un clima desagradable, atrapados en discusiones, gritos o dando argumentos innecesarios.

Nuestros hijos no son nuestros adversarios, lo que queremos es que hagan lo que les estamos pidiendo en ese momento.

La base para una buena comunicación.

Plantearles a nuestros hijos que en casa hay un horario para la comida, la merienda, la cena, el baño y que todos tenemos que respetar, es muy importante para que entiendan por qué tienen que apagar la tele o recoger lo que hay sobre la mesa en ese momento.

Tenemos que transmitirles las normas que consideramos esenciales en casa, que ellos sepan cuál es la dinámica para nuestra convivencia.

A veces creemos que nuestros hijos ya saben qué deben hacer, pero nunca lo hemos puesto en palabras y debemos hablarlo para evitar malentendidos.

Nuestro objetivo como padres es que nuestros hijos  comprendan que en casa hay normas que todos conocemos y respetamos. Es fundamental también, cuidar la manera en que se lo decimos.

Una vez que las bases están claras el resto se llevará a cabo muchísimo más fácil.

Simplemente les diremos que la cena está lista o que es el momento de salir de casa o que se ha cumplido el tiempo establecido para usar el móvil.  El resto ya lo hemos hablado con anterioridad.

Hemos elegido las normas necesarias para una mejor convivencia y las podremos ir modificando cuando lo consideremos.

¡Un lenguaje sencillo y claro es una gran ayuda!

Una vez planteadas nuestras normas, la forma en que utilizamos el lenguaje es clave para expresarnos de forma precisa.

Comunicarnos con nuestros hijos con un lenguaje claro y sencillo es imprescindible.

Si comenzamos a trabajar la comunicación con nuestros hijos desde que son pequeños, mucho mejor, nos será más fácil relacionarnos durante todo su desarrollo.

Si ya son adolescentes tampoco es tarde para modificar esta conducta.

¿Cómo debemos utilizar el lenguaje?

¨Sé que quieres seguir mirando la tele, pero vamos a la cocina que ya está lista la cena¨.

¨Sé que te gustaría seguir jugando, pero es la hora del baño¨.

¨Recuerda  que antes de salir de casa tu cuarto debe estar ordenado, saldremos en una hora¨.

Un lenguaje claro, sencillo y empático nos ayudará a no tener que repetir las cosa varias veces y a no sentir frustración.

En el caso de tener que volver a decírselo lo haremos de la misma manera, sin gritos ni argumentos. Ya hemos planteado nuestras bases de comunicación con anterioridad.

Dejar de repetir las cosas depende más de nosotros, los padres.

Implica que seamos claros con nuestros mensajes, siempre de una manera amable y respetuosa.