12 Jul ¡Adiós chupete!
¨Myriam, mi hijo sigue señalando lo que quiere que le den¨. ¨En el cole no se relaciona con otros niños porque la mayoría habla claro pero él no¨. ¨Queremos que hable como los demás niños¨.
Una gran preocupación invade a los padres por no saber qué hacer para que su hijo hable como los niños de su edad.
Cuando la evolución general de los niños transcurre sin ningún retraso madurativo considerable y el lenguaje va evolucionando pero su habla es más infantil y no se le entiende con claridad el mensaje, debemos observar qué ocurre a su alrededor.
Al conocer los hábitos diarios de los niños, para entender lo que está pasando en su entorno, me encuentro muchas veces, con la continuidad del uso del chupete, del biberón o del cochecito para ir al cole.
Muchos niños continúan con hábitos de bebés cuando ya tendrían que beber en su vaso, andar para ir al parque o dormir en su habitación.
Durante el crecimiento tiene que haber una concordancia entre los hábitos de los niños y el desarrollo del lenguaje.
¿Para qué va a cambiar un niño la forma de comunicarse, si en casa le entendemos aunque lo haga como un niño más pequeño?
¿Tendrá la necesidad un niño de hablar como un niño mayor cuando utiliza aún chupete o biberón?
El problema surge cuando quieren hablar con los niños de su edad.
Ellos se relacionan con los demás de la misma manera que lo hacen en casa.
No saben hacerlo diferente.
Cuando se enfrentan a los ¨no te entiendo¨ o ¨hablas como un bebé¨, les genera mucha impotencia porque los niños no saben cómo hacerlo mejor.
Es por eso que en ocasiones hasta prefieren no comunicarse con sus compañeros, teniendo una conducta muy diferente a la que tienen en casa.
Muchos niños prefieren no participar de las charlas, otros se enfadan porque no se sienten comprendidos.
Los padres debemos entender que si seguimos manteniendo hábitos de cuando eran bebés no los estamos ayudando a crecer, es una de las barreras para que los niños sean autónomos e independientes.
Tenemos que comenzar el cambio para que vayan avanzando en sus relaciones y se sientan cada vez más seguros con el lenguaje y así lograr que la forma de comunicarse sea común al resto de sus compañeros.
Pero, ¿cómo lo hacemos?
Lo primero, es proponernos los adultos a cambiar hábitos en casa.
Ha llegado el momento de ayudarlos a crecer y eliminar el chupete, el biberón, el cochecito.
También es muy importante que los niños tengan ya su espacio para jugar, y para dormir.
Sin darnos cuenta el que cada uno en la familia tenga su espacio les da autonomía y seguridad a los niños.
Aunque en un primer momento nos parezca todo lo contrario, por los llantos, los miedos que al principio les ocasiona el estar jugando solos o dormir solos en su habitación, es lo mejor que podemos hacer por ellos.
Durante la primera infancia los momentos de cambio se van dando muy rápidamente y cuando logramos que el niño se tranquilice con el chupete nos toca quitárselo, cuando logramos que se duerma con su biberón nos toca quitárselo.
Cuando ya duerme toda la noche en su cuna nos toca cambiarlo a la cama.
A pesar del trabajo que nos implica a los adultos estos cambios, tenemos que efectuarlos en el momento adecuado.
Si vamos realizándolos acorde a su edad todo fluirá casi sin darnos cuenta.
A veces nos toca pedir ayuda para saber cuándo es el mejor momento para llevarlos a cabo.
Recordad que cada cambio provoca un desajuste, para encontrar un equilibrio que conlleva a un avance.
En estos cambios estamos directamente involucrados los adultos, que tenemos que estar dispuestos a ello.
También la comunicación que mantenemos con los niños debe ir evolucionando, y debe de pasar por diferentes etapas hasta llegar a comunicarnos con ellos utilizando un lenguaje adulto.
Os propongo dar una mirada a los hábitos diarios de vuestros niños y así poder detectar aquellos que ya deberían cambiar.
Buscad el mejor momento para comenzar a implementar el cambio (suele ser un período de vacaciones) y así no afectará a la rutina de trabajo de los adultos.
Podréis ver que en el momento en que los padres, somos capaces de darnos cuenta de que para un buen desarrollo debemos ir cambiando hábitos, iremos observando logros.
Los ayudaremos a crecer, todo irá evolucionando con naturalidad y el lenguaje se irá adquiriendo sin gran esfuerzo, porque forma parte de los hábitos diarios.
Para seguir avanzando, lo mejor es dejar atrás aquello que ya no nos ayuda.
¡Adiós chupete, adiós biberón!