¡Seguimos entrenando!

Tomamos conciencia, ejercitamos, entrenamos y lo logramos.

Para conseguir las metas que nos proponemos tiene que haber un trabajo constante.

El esfuerzo y el compromiso son absolutamente necesarios para ver resultados.

Algunos niños necesitan estimular su lenguaje, pronunciar bien algunas letras o aprender a hablar sin gritar y para esto se requiere de un trabajo constante.

Niños o adolescentes con dificultades en el aprendizaje también necesitan de un seguimiento para superar los obstáculos.

El punto de partida para obtener los resultados esperados es tomar conciencia de lo que no estamos haciendo correctamente y cambiar la manera que hasta el momento no nos ha funcionado.

Sin esta toma de conciencia sería muy difícil o imposible cambiar.

Cuando hablamos de procesos que tienen que ir atravesando los niños con ejercicios, esfuerzo, constancia, es indispensable que estén acompañados por nosotros, los padres.

Tenemos que ayudarlos a ser constantes, a recordar lo que tienen que hacer y especialmente  mostrarles con nuestro ejemplo los valores que queremos que aprendan.

Tengo que decir que todo cambio que queremos que realicen nuestros hijos requiere primero de un cambio de hábitos no solo de los niños sino también de los padres.

¿Qué queremos cambiar?

Nuestra voz, nuestra manera de expresarnos, el sonido de una letra, la forma de tragar.

Los padres somos los que primero tomamos conciencia de alguna dificultad que tiene nuestro hijo.

En ocasiones nos lo dicen en el colegio, el pediatra, otras veces observamos en casa lo que no funciona con naturalidad.

Todos sabemos que solo con darnos cuento no basta, tenemos que trabajar sobre lo que queremos modificar.

En el caso de niños con disfonía, por ejemplo, es importante ver la dinámica en casa, cómo nos comunicamos, cómo es nuestro tono de voz para pedirle cosas o en qué circunstancias suele quedarse sin voz.

Es muy importante darnos cuenta cómo expresa sus emociones, qué le provoca tanto enfado o impotencia para poder ayudarlo.

Estas observaciones pueden parecer muy obvias, pero las detectamos con gran dificultad.

Cualquier aspecto en nuestras vidas, de conducta,  hábitos o la formas de hablar forman parte de nuestra rutina y nos cuesta darnos cuenta lo que debemos modificar.

Estamos acostumbrados a hacer lo que hacíamos desde pequeños, cada uno con nuestros padres y muchos de esos hábitos los vamos repitiendo de manera natural.

También observo las dificultades para expresar lo que sentimos en cada momento,  los hábitos de lectura, de trabajo y la organización no solo de los juguetes y los materiales de trabajo sino de los tiempos de estudio.

Hay aspectos de base para muchos procesos del lenguaje y del habla que tenemos que revisar y en muchas ocasiones tenemos que modificar para conseguir junto a nuestros hijos lo que deseamos.

Recordemos que nuestros hijos nos imitan no solo en la manera en que hacemos las cosas sino en cómo es nuestra actitud frente a los obstáculos que vamos atravesando.

Ser constantes, esforzarnos, ser responsables son aspectos que nuestros hijos van aprendiendo de nosotros.

Todos estos valores se requieren para lograr lo que queremos.

¿Qué debemos hacer?

Debemos hacer cada día los ejercicios para conseguir estar mejor.

El ejercicio que se os ha propuesto para el cambio.

Si son ejercicios musculares para la cara, la boca o la lengua, los acompañaremos haciéndolos con ellos hasta que los puedan hacer solos. Para los ejercicios musculares os recomiendo realizarlos después del cepillado de los dientes.

Si tenemos que ayudarlos a mejorar los hábitos de lectura tendremos que leer cada día con ellos, os recomiendo después de la merienda y así crear un hábito diario.

Si debemos modificar hábitos de comunicación en casa, tendremos que ser los padres los que comencemos  a establecer una dinámica de comunicación diferente.

Una vez sumergidos en el entrenamiento diario iremos notando cambios.

De pronto una letra que no le salía ya la pronuncia bien, nos comunicamos sin tantos conflictos con nuestros adolescentes o nos comentan en el cole que nuestro hijo va logrando hacer las fichas de trabajo en el tiempo establecido.

¡Nada es mágico! Todo requiere de trabajo, esfuerzo, constancia y confianza en el proceso.

¿Acaso algo se puede lograr o modificar sin un entrenamiento constante?

Entrenemos, como cuando hacemos un deporte, disfrutando y confiando en que lo conseguiremos porque tenemos la actitud para ello.

Y recordemos que un contexto de acompañamiento les aporta a nuestros hijos seguridad, una herramienta esencial para conseguir lo que se propongan.