¡No grites!

¨Mi hijo grita cuando habla¨. ¨Terminamos todos chillando¨. ¨Cualquier conversación nos lleva a levantar la voz y a enfadarnos¨.

Si has detectado alguna de estas situaciones, es importante observar cómo se está llevando a cabo la comunicación en casa.

Los padres vemos reacciones en nuestros hijos que nos alertan de que algo no está funcionando bien, y tenemos que encontrar una solución.

Estas situaciones suelen aflorar con hijos adolescentes, la manera de hablar y sus comportamientos en general van de la mano.

En algunos casos se hace imposible dialogar con ellos de una forma ¨civilizada¨.

La frase ¨NO GRITES¨ no es ninguna solución,  finalmente te verás  inmerso en una conversación a gritos.

¿Cuándo levantamos la voz?    

En todo momento nuestra voz transmite lo que sentimos, nuestras emociones.

Cuando estamos nerviosos, la voz suele salir de forma ¨tímida¨, de baja intensidad y en ocasiones temblorosa.

Cuando estamos tristes nuestra voz adquiere un tono apagado.

El enfado y la rabia suelen provocarnos una voz con una intensidad fuerte.

La voz está absolutamente ligada a nuestras emociones.

La alegría, también aumenta la intensidad de nuestra voz , pero siendo tan agradable el mensaje, nos llena de buenas sensaciones.

La intensidad de nuestra voz va a depender de nuestras emociones.

Por lo tanto, gestionando nuestras emociones, podremos hacer más llevadera una conversación y podremos conseguir un diálogo más agradable.

¿Cómo lo hacemos?

Somos los adultos los que tenemos que tener herramientas para revertir esta situación.

Darnos cuenta de que no nos gusta cómo nos estamos comunicando, es el punto de partida.

La comunicación que entablamos con nuestros hijos es una conducta más que les debemos enseñar.

Recordad que, aunque no sean tan pequeños, nuestros hijos nos siguen imitando, no solo en nuestros actos, también en nuestra forma de hablar y de comunicarnos.

 

Hablamos con nuestros hijos a diario, les preguntamos cosas, les damos instrucciones, pero de qué manera lo hacemos.

¿Nos acercamos a donde están para decirles que ya está la cena lista?

¿Se acercan ellos para preguntarnos si conseguimos el material que necesitan?

¿Hablamos desde la cocina o desde la habitación porque es más cómodo?

 

  • Acércate a tu hijo para hablarle. Evita gritar desde la otra punta de la casa.

¨Ya está la cena lista¨ ¨Recoge tu cuarto¨ ¨Prepara la mochila para mañana¨.

Si cambias este hábito, notarás un gran cambio en la comunicación.

La intensidad de la voz será la adecuada sin necesidad de gritar.

  • Gestiona tus emociones, los mensajes que les damos a nuestros hijos no son independientes de lo que sentimos.

Si tres veces lo has llamado y pasa de ti, te generará rabia y todo acabará en una discusión. Evita la discusión, solo con un cambio de actitud.

Si te acercas a tu hijo y le dices mirándolo a la cara ¨en 10 minutos estará lista la cena¨, seguramente evitarás un conflicto, que de otra manera desencadenaría en gritos y reproches.

  • Busca el momento en que tu hijo esté más receptivo para dialogar.

Tan importante es la forma en que hablamos con nuestros hijos como el clima que creamos para que la comunicación sea fluida.

Podemos anticiparnos y pensar cómo se sentirá si le decimos ¨este fin de semana no podrás salir con tus amigos¨ o ¨Tienes que estudiar¨.

Debemos buscar el momento adecuado para decírselo, dándole las explicaciones pertinentes, sin entrar en discusiones.

De lo contrario, si vamos en el coche y sin mirarlo, como con ¨indiferencia¨ le decimos ¨este fin de semana no saldrás¨, qué esperas de su reacción.

  • Obsérvate a ti mismo.

¿Cómo le hablas a tus hijos? ¿Cuál es tu actitud cuando te responden algo que no te agrada? ¿Sigues la discusión? ¿Tu tono de voz va subiendo?

 

Es muy importante tener en cuenta los aspectos anteriormente mencionados para poder conseguir un clima agradable en casa.

Debemos tener en cuenta nuestras emociones y las suyas.

Debemos poner atención en cómo y cuándo hablamos con ellos.

Cada familia está acostumbrada a comunicarse de diferente manera.

Quizás las formas o los momentos que eliges no son los adecuados.

Recuerda que toda conducta se puede modificar y la COMUNICACIÓN es una forma de conducta. ¡Inténtalo!