¡El cambio mágico no existe!

¿Cuánto durará el tratamiento? ¿Cuándo hablará mi hijo de forma clara? ¿Por qué le lleva tanto tiempo aprender a pronunciar bien?

Una sensación de impaciencia nos invade cuando nos planteamos un cambio.

Sabemos que todo cambio en nuestra vida implica un proceso y requiere de tiempo, pero queremos ver los cambios ya.

Con el lenguaje ocurre lo mismo. En cuanto nos damos cuenta que nuestro hijo necesita comenzar un tratamiento para que mejore su manera de hablar, deseamos ver el cambio de inmediato.

El proceso que se lleva a cabo para corregir las dificultades en el habla o en el lenguaje de los niños lleva tiempo.

Tener en cuenta  las etapas por las que pasarán los niños hasta interiorizar el nuevo aprendizaje   nos hará ser más pacientes durante el proceso.

Lamentablemente será imposible apretar un botón para lograr lo que queremos conseguir.

El tiempo que necesitará cada niño dependerá de su ritmo de aprendizaje, de la ayuda de su entorno y del compromiso que se asuma.

Detectar la dificultad es el primer paso para iniciar el proceso.

La valoración y el planteamiento de objetivos de trabajo por parte de un profesional será el paso siguiente.

Una vez nos pongamos manos a la obra observaremos:

1.Que el niño se involucra participando y colaborando en el trabajo.

2.Que irá adquiriendo el nuevo aprendizaje.

3.Que irá incorporando mediante los ejercicios los hábitos correctos durante el tratamiento. En esta etapa no podrá adaptarlos al día a día. El aprendizaje no está integrado completamente.

4.Poco a poco irá modificando su forma de hablar. No solo durante el tratamiento sino que lo irá consiguiendo en casa, en el cole y en su entorno.

5.Observaremos que habla correctamente de manera espontánea y cada vez con más naturalidad.

 

¿En cuánto tiempo lo conseguirá?

No es posible determinarlo, porque dependerá de cada niño en particular y de la ayuda que reciba de su entorno.

 ¿Qué debemos tener en cuenta?

Es importante saber que cuanto más insistamos a nuestros niños para que consigan lo deseado, con más barreras nos encontraremos.

En ocasiones, de manera inconsciente, hacemos comentarios o les corregimos con una cierta impaciencia porque consideramos que el tiempo de trabajo ya es el suficiente para que modifiquen su forma de hablar.

Debemos tener en cuenta que el tiempo que cada niño necesita para detectar e incorporar la forma correcta de comunicarse dependerá de diversos factores personales y de su entorno.

Si queremos colaborar con el proceso de cambio, tendremos que intentar no presionar a los niños para que lo consigan ya.

Por supuesto tendremos que motivarlos y hacer hincapié en sus avances. Esta actitud siempre será positiva para ellos.

Os recomiendo que cada vez que os invada la necesidad de acelerar el proceso, transforméis la crítica en acción. Podéis ayudarlos a hacer los ejercicios y a  implementar todas las herramientas que tengáis para estimular el lenguaje.

De esta manera haréis sentir a los niños muchísimo mejor y compartiréis tiempo de provecho juntos.

¿Cómo se lleva a cabo el proceso?

Os lo explicaré con un ejemplo.

A un niño de 6 años de edad, que no logra pronunciar de forma correcta la letra /R/, se le realiza la valoración y se detecta una falta de fuerza muscular en la lengua que no le permite reproducir el sonido correcto.

Si en este momento, le pedimos al niño que repita correctamente diferentes palabras con la letra /R/, le será imposible. Aunque nos detengamos y  le mostremos cómo decirla,  aunque lo intentemos en cámara lenta no le saldrá.

La lengua no tiene la fuerza suficiente para vibrar, tampoco el niño sabe dónde colocarla.

Frente a la petición de sus padres y su imposibilidad de decir las palabras correctamente, es muy probable que el niño se sienta frustrado por no poder lograrlo.

En ocasiones evitará estas palabras y no querrá hablar o expresarse porque sabe que no lo hace bien.

Al iniciar el trabajo profesional, el niño irá tomando conciencia de dónde debe de colocar la lengua.

Comenzará a realizar los ejercicios que lo ayudará a fortalecer la musculatura.

Poco a poco irá consiguiendo el sonido deseado.

El niño se sentirá mucho mejor, notando que está muy cerca de conseguir su objetivo.

En primer lugar logrará ese sonido de forma aislada, aún no saldrá de manera espontánea. Estamos en medio del proceso de cambio.

Continuaremos trabajando y el sonido irá saliendo con más frecuencia, se mezclará la pronunciación anterior con la correcta.

Finalmente integrará el nuevo sonido en su habla habitual, casi sin darse cuenta.

¡Cuánta satisfacción por haberlo conseguido!

El cambio lleva tiempo, no es mágico y requiere de trabajo y esfuerzo.

¡Motivemos y acompañemos a los niños para que los cambios se den como por arte de magia!